domingo, 16 de diciembre de 2007

¿No te reconoces?

Si fueras dueño y señor de tu voluntad absoluta tendrías que contestarte a esta respuesta continuamente todos los días de tu vida pero gracias a nuestra naturaleza nuestros instintos se encargan de dar sentido constante a nuestra existencia.

Seamos claros, todos venimos del mono (salvo algunos cerdos) y desde pequeños nos sitúan en una sociedad no elegida, en una familia no elegida, con un físico no elegido, con una inteligencia no elegida, con un nivel económico no elegido, es decir, no elegimos absolutamente nada pero algunos tienen el pensamiento absurdo de decir que: "lo que tengo ha sido en base a mi voluntad o dedicación".

¡Sí claro!, eres inteligente por tu "dedicación", triunfas en la moda por tu "sufrimiento", has sacado una carrera por tu "esfuerzo", escribes el mejor libro de la historia por tus "ganas", revolucionas el mundo de la física por tu "interés", ¡por supuesto amigo o amiga!, que fácil es todo mirándolo así pero olvidamos algo que ya hemos mencionado en el párrafo anterior: NO ELEGIMOS NADA de lo realmente importante en nuestra vida.

Einstein no hubiera desarrollado la teoría de la relatividad si hubiese nacido ciego por ejemplo o si hubiese tenido un accidente en su infancia que le restase capacidad sensorial.
Newton no hubiese elaborado toda su extensa teoría física y matemática si hubiese nacido en el seno de una familia extraordinariamente pobre que no le hubiese permitido escapar de la peste de su época.

Tú, amigo o amiga, no eres distinto a ellos, eres uno más de todos los que nacemos bajo cientos de características totalmente imprevistas que forman tu YO. Pero hay algo que no os he dicho, tengo una nueva teoría de esas espectaculares que la llamaré Teoría del yo absoluto y dice así:
"En todo ser humano existe una única individualidad, llamada YO, que es igualitaria para nuestras existencias y que se amolda a las características de nuestra esencia biológica y nuestro entorno social".

Moraleja: yo siempre he sido tú y tú siempre has sido yo, aunque seas incapaz de reconocerte en mí ni yo en ti.
No te enfades conmigo porque simplemente yo soy tú pero bajo otras circunstancias muy distintas a las que tú vives en esta realidad.
No me hagas daño a mí porque te estarás haciendo daño a ti mismo aunque no seas capaz de sufrirlo.

Un saludo.

sábado, 15 de diciembre de 2007

¿Donde está nuestro fin?

Son muchas las cosas que podemos agradecer al progreso tecnológico en nuestra sociedad desarrollada, casi todas ellas dirigidas a mejorar nuestro bienestar tanto personal como social, pero hay una que me gustaría remarcar como continuamente necesaria: la comunicación entre los seres humanos.

No creo que haya que humillar a nadie por lo muy torpe que sea exponiendo sus criterios, juicios, sabidurías, reflexiones, etc.
De tantos y tantos blogs que tenemos a nuestro alcance, seguramente exista entre muchos de ellos ideas originales, ideas transgresoras, innovadoras, puntos de vista novedosos, ilusionantes, y aunque se nos haga difícil el descubrirlas, a bien seguro tarde o temprano emergerán de las penumbras y azotaran las conciencias del resto de alguna u otra forma.

Pero todo tiene un inicio y un final en nuestra naturaleza como el corredor de 100 metros lisos.

Existe en el atletismo una prueba que se denomina 100 metros lisos como todos ya sabéis. En esta prueba hay dos intereses bien distintos por parte de los corredores que participan. El primero es el querer ganar la carrera, es decir, quedar primero de entre el resto de corredores. El segundo es batir el record del mundo.

Sin duda batir el record del mundo es más difícil que ganar un campeonato del mundo y ello sucede por una "ley" que llamaré, desde mi ignorancia más grande, ley del límite de la naturaleza, que dice así:

"Todo fenómeno natural tiene unas características intrínsecas que forman su naturaleza y sin ayuda de reacciones externas dichas características podrán potenciarse hasta un límite máximo establecido en la propia naturaleza"

El ser humano es capaz de correr sobre sus dos piernas pero su naturaleza le marca un límite. ¿Cuál es dicho límite?. ¿9,50 segundos?, ¿9,30 segundos?, ¿8,55 segundos?, ¿7 segundos?, pero la verdadera realidad es que el ser humano no podrá jamás recorrer los 100 metros en menos de 4 segundos, por poner un ejemplo. Se irán arañando décimas al último record de una forma cada vez más expandida en el tiempo hasta que llegue un momento en el que el límite tenderá al infinito.

Las barreras físicas parecen estar más o menos claras pero el verdadero debate surge cuando intento introducir esta rara ley en la mayor característica de nuestra naturaleza: el pensamiento abstracto.

Mi pregunta es muy simple ¿habrá un momento en el que la ciencia no sea capaz de dar un paso más en el conocimiento de todo aquello que nos rodea de una forma totalmente coherente y experimentada, más allá de teorías llenas de conjeturas y supuestos que nunca terminarán de concretarse?.

Mi respuesta es mucho más sencilla aún: si.

No creo que nuestra naturaleza nos dé ni la décima parte de logras que nos es capaz de dar nuestra gran imaginación. Viajar en el tiempo, convertir el hierro en oro, abandonar nuestro planeta y sobrevivir en el espacio exterior, romper el espacio y tiempo para realizar enormes viajes, tele transportarnos, llegar al último escalón de la creación, son ejemplos de enormes ideas imaginadas que superan con creces a nuestras verdaderas posibilidades.

El ser humano ha inventado, creado, descubierto grandes hitos. Hemos desarrollado mejoras impensables hace tiempo en el transporte (barcos, carros, coches, aviones, globos, cohetes, submarinos, etc), en las comunicaciones (imprenta, internet, teléfonos, etc), en la salud (medicina, antibióticos, anestesias, etc) y así muchísimos ejemplos pero... todo ello está dentro de nuestras posibilidades, todo ello es un proceso de maduración de nuestras características intrínsecas.

De la misma forma nuestro conocimiento del universo está y estará siempre limitado a nuestra visión y nuestro razonamiento porque incluso este también es limitado.

Solo nos queda... vivir, que no es poco ¿verdad?, disfrutar de lo que sentimos todos los días lo mejor posible y buscar la felicidad, ya sea en una barra de un bar hablando con los amigos como recibiendo el premio Nobel por la última teoría reconocida como exitosa.

Se nos acaban las ideas... no, se nos acaban las realidades. Somos libres de soñar con batir de nuevo el record, de imaginarlo de miles de formas pero... en algún momento entenderás que todo tiene un último escalón que será imposible de superar.

Un saludo.