jueves, 3 de enero de 2008

La libertad no es un juego fácil.

Hoy en día, em algunos pocos países, se puede uno trasladar de un lugar a otro en varios transportes. Podemos coger el metro, el autobús, un taxi, nuestro propio coche, un avión, barco, helicóptero, bicicleta, etc. Parece ser que para muchos el poder escoger es sinónimo de ser libres.

Si así fuese no cabe duda de quien es más rico es más libre.

El rico puede elegir entre un abanico más amplio de posibilidades, ya que sus recursos son mayores que comparado con los del más pobre.
Por este mismo argumento diremos que hay ciudadanos más libres en los países desarrollados que en aquellos menos desarrollados económicamente hablando.

Pero la libertad no es simplemente poder elegir.
Libertad es tener la suficiente capacidad como para poder distinguir todas las soluciones posibles a un problema y ser capaz de conseguir la solución óptima.
Si no soy capaz de ver todas las fórmulas que existen para poder saciar mi necesidad estoy atado a mi ignorancia. Si aún conociendo todos los caminos no me dejan recorrer el finalmente elegido estoy en las mismas.

Sí, he dicho camino óptimo, aquel que resuelve el problema maximizando el bien, minimizando el mal. ¿Es esto siempre posible?

Ética y aparte.

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