Estamos condenados a repetir nuestra vida millones de veces seguidas, muriendo y despertando eternamente, viviendo las mismas experiencias que se olvidan al volver a nacer.
No existe más posibilidad de actuación que la ya hecha infinitamente antes. Somos entes programados para actuar de la única forma que podemos hacerlo.
Cada pensamiento, cada acto, cada estímulo al que reaccionamos o ignoramos, está establecido eternamente igual.
Vivimos la ilusión de una libertad ficticia, de una vida aparentemente abierta a nuestros deseos, pero pronto te das cuenta de lo limitado de nuestra realidad, de las fronteras que jamás podrás cruzar, de aquello que jamás harías o de todo lo que haces aún sin desearlo.
Somos vehículos de autoescuela dónde alumnos de otras realidades suben para aprender emociones, sentimientos, peligros, atrocidades, y aún... no nos damos cuenta.
Un saludo.