Un animal que cuando
tiene ganas de orinar acaba orinando. Un animal que cuando no come termina
hambriento. Un animal que desea sin saber el motivo. Un animal que piensa
cuando no quiere. Un animal que bosteza cuando tiene sueño, que mira cuando
algo se cruza por al lado, que tiembla cuando tiene frio, que sin aire se
muere, que siente pena si alguien querido se marcha. Un animal que llora cuando
le hacen daño, que grita cuando le enfadan y que prefiere lo caro a lo barato,
lo bonito a lo feo, lo fácil a lo complejo, o viceversa. Un animal que destruye
su mundo sabiendo que es malo, que se mata a sí mismo con crueles guerras, que
no ha sabido vivir en paz en toda su historia, que se mueve a base de codicia y
egoísmo, que sólo vive para su propio bienestar, su propia sensación de
tranquilidad, de seguridad. Un animal que se ve a sí mismo distinto cuando la
piel no es igual, cuando el gusto no coincide, cuando su voluntad es extraña;
tan distinto que es necesario destruirlo. Un animal que habla mal de quien no
le gusta, que desea el mal del resto, que ríe las desgracias ajenas, pero que
llora indefenso cuando él es el débil, cuando él es el indefenso. Un animal
cruel y a la vez bondadoso, valiente y a la vez cobarde, mezquino y a la vez
soñador. Un animal que vive entre frustraciones, remordimientos, penas y
tristezas, porque antes o después todos ellos lo experimentan.
El humano, un animal
que se considera a sí mismo el único ser vivo… libre, y me pregunto yo, ¿qué
significa para el mono la palabra libertad?
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