viernes, 10 de enero de 2014

¿Somos libres?

Un animal que cuando tiene ganas de orinar acaba orinando. Un animal que cuando no come termina hambriento. Un animal que desea sin saber el motivo. Un animal que piensa cuando no quiere. Un animal que bosteza cuando tiene sueño, que mira cuando algo se cruza por al lado, que tiembla cuando tiene frio, que sin aire se muere, que siente pena si alguien querido se marcha. Un animal que llora cuando le hacen daño, que grita cuando le enfadan y que prefiere lo caro a lo barato, lo bonito a lo feo, lo fácil a lo complejo, o viceversa. Un animal que destruye su mundo sabiendo que es malo, que se mata a sí mismo con crueles guerras, que no ha sabido vivir en paz en toda su historia, que se mueve a base de codicia y egoísmo, que sólo vive para su propio bienestar, su propia sensación de tranquilidad, de seguridad. Un animal que se ve a sí mismo distinto cuando la piel no es igual, cuando el gusto no coincide, cuando su voluntad es extraña; tan distinto que es necesario destruirlo. Un animal que habla mal de quien no le gusta, que desea el mal del resto, que ríe las desgracias ajenas, pero que llora indefenso cuando él es el débil, cuando él es el indefenso. Un animal cruel y a la vez bondadoso, valiente y a la vez cobarde, mezquino y a la vez soñador. Un animal que vive entre frustraciones, remordimientos, penas y tristezas, porque antes o después todos ellos lo experimentan.  


El humano, un animal que se considera a sí mismo el único ser vivo… libre, y me pregunto yo, ¿qué significa para el mono la palabra libertad?

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