miércoles, 18 de diciembre de 2013

¿Qué es la democracia?

Querido mono, durante tantos escritos ya habrás aprendido que la vida del hombre, y a su vez, que la vida de las agrupaciones que forma el hombre, llámense civilización, sociedad, cultura, o tribu, son imperfectas.

Una de las más acuciantes y grotescas imperfecciones surgen de la distribución o depósito del poder, y te pido que atiendas bien a ese concepto porque no hay nada más influyente y decisivo en la vida de un ser humano que EL PODER.

La democracia es una respuesta más, de las tantas que hay, al problema de la organización o distribución del poder, cuando aquél repercute sobre uno de aquellos grupos que han formado los monos. Es decir, a nadie se le escapa que en mí, mi poder lo tengo yo. Cuando era hijo y formaba parte de una familia, el poder lo tenían mi padre y mi madre, y yo y mi hermano éramos comparsas de sus decisiones. Cuando yo formé mi familia, yo y mi mujer tomamos las riendas del poder de aquél núcleo familiar. Pero cuando me reunía con el resto de vecinos en una junta, ahí el poder comenzaba a ramificarse y a, digamos, dar problemas.

Si bien las leyes, la jurisdicción, creadas, guiadas y mantenidas (no lo olvides querido mono) por MONOS, intentan regular el poder incluso en una junta de vecinos, las cosas nunca quedan a gusto de todos.

Pero vayamos a la cuestión que no atañe.
La democracia es un modelo de gestión de poder que se basa en dar "el poder" a los ciudadanos para que éstos puedan "dar el poder" a unos denominados "representantes".
Es decir, el ciudadano no tiene más poder que el de estar capacitado legítimamente para elegir a un representante que gestione el verdadero poder.

Damos el poder a un representante... ¿verdad que suena peligroso?. Lo es, y mucho, porque esos representantes son MONOS, y los monos ya sabemos que son egoístas, débiles y falsos.

Pero parece que la historia muestra una condena perenne del mono a tener que derivar la gestión de las decisiones (el poder de facto) en uno o varios representantes, así tenemos las tiranías, las aristocracias, las teocracias o los gobiernos militares, son formas distintas de gestionar el poder pero que se identifican con la delegación, queriendo o no, del poder a unos representantes.

Hoy en día el mono se jacta de vivir en democracia y no en una tiranía como si realmente hubiera una diferencia extraordinaria entre ambos modelos, pero si bien es cierto que de lo que debiera jactarse el mono actual es de contar con un sistema normativo garantista de los derechos de todos los monos, es decir, la verdadera base de la democracia es la norma que ampara y regula los derechos y obligaciones de quienes interactuamos en su ámbito de aplicación, y no el juego ilusionista de la papeleta en la urna cada cuatro años. Es cierto que tal marco normativo se desarrolla de acuerdo a la decisión de nuestros representantes, pero hasta ahí concedo el margen de diferencia entre democracia y tiranía porque de hecho, quien teje, mueve y promueve las leyes que a todos nos afectan es una tiranía tal como la de un caudillo, un monarca déspota o un césar. Quien gobierna nuestra leyes no son nuestros representantes, son los que influyen en los monos avaros, corruptos y falaces que tenemos como representantes, ellos, esas fuerzas económicas, son quienes dictan nuestra manera de convivir.

Nada nuevo ¿verdad?, entonces si lo sabemos ¿por qué no podemos mejorar la democracia y convertirla en un modelo mejor?.
En primer lugar porque para que un cambio social se genere hace falta una movilización violenta que sea capaz de doblegar al poder instaurado. Puede sonar extraño, revolucionario o tendencioso, pero me limito a decir lo que los monos hacen, ni más ni menos. No se puede cambiar un régimen de gobierno, ni siquiera mejorar (que sería lo recomendable hacer con el sistema de democracia que se alberga en la mayoría de países desarrollados, y que se fundamentan en el popular dúo "papeleta-urna-cada equis tiempo"), si no existe una manifestación violenta en contra de aquellos que están instaurados en el poder y lo utilizan para el provecho de unos cuantos.

En segundo lugar, para impulsar esa revolución violenta, hace falta un ideal, un objetivo en el que apoyarse. No se puede lanzar una propuesta de revolución en base a unos cánticos o ideales, hace falta tener desarrollado un modelo de gobierno, de gestión de poder, sólido y realizable, es decir, no una utopía.

En tercer lugar hace falta que una suficiente masa crítica apoye a ese nuevo orden de gobierno, y a ser posible que tal masa se nutra de ciudadanos que participen en la mayoría de estamentos sociales, es decir, capturar el apoyo de los poderosos "idealistas", que los hay, en todas las civilizaciones y períodos históricos han existido personas poderosas que han comulgado con ideales de cambio de mejora social, incluso a sabiendas de que aquel nuevo orden iría en contra de sus intereses económicos o de clase.

No hay comentarios: