martes, 2 de abril de 2013

El fin de mundo


No se trata de ser un catastrofista, ni menos aún un perturbado que quiera la aniquilación de la humanidad, se trata de ser honesto y describir nuestra existencia y sus consecuencias.

La existencia del mono se explica inevitablemente por su origen en la propia existencia de la vida de nuestro planeta. Es el eslabón más fuerte, la especie dominadora, la más apta de todas las que jamas han existido, con la capacidad incluso de destruir completamente su propio planeta.

No me cabe duda que mientras unos se alegran por la diversidad cultural, ideológica, religiosa, y demás, otros nos hemos preocupado por lo que ello en el fondo significa: desigualdad, ruptura, separación.
Y es así, es la realidad. 

Nuestra especie ha sido incapaz de superar las limitaciones que arrastra de su esencia más primitiva y animal, no ha sabido evolucionar como un todo potente y dirigido hacia logros más altos que los obtenidos hasta fecha de hoy. Los monos, algunos y digo algunos porque ni en esto se ponen de acuerdo, se alegran de los adelantos tecnológicos como si fuesen logros increíbles que llegan después de una historia llena de esfuerzos y dedicación por personas con mentes brillantes a los que alagan por su inteligencia y sabiduría. 

¿Y dónde está la referencia?. Los monos no tienen referencia o si la tienen es la de el modo de vida de especies distintas o el modo de vida de culturas atrasadas de su propia especie. Pero al mono no se le revuelve las tripas por el cote de oportunidad que siglo tras siglo pierde y pisotea a base de su desorganización como especie.

Mientras imbéciles monos sigan viendo diferente a otro mono por su, por ejemplo, raza, la especie jamás evolucionará hacia lo que debió ser su objetivo y su animalidad profunda le ocultó.

Los monos somos patéticos y peligrosos. Esa separación, esa ruptura continua entre nosotros mismos a base de lenguas, costumbres y demás estupideces que tanto ayudan a bien vivir a muchos estómagos agradecidos (demasiados), es lo que genera que haya personas que se encentren a día de hoy y no se puedan comunicar entre sí por carecer de una lengua común, que sentimientos tan absurdos y estúpidos como los nacionalismos afloren aún entre la plebe social como el gran ideal al que se debe tender dentro de una micro organización de monos en cuestión.

Nuestra expecie permite que unos pocos tengan muchísimo y muchísimos tengan muy poco, y lo defienden como el modelo de vida justo.

El modelo de vida justo no existe porque la vida es así injusta. Injusta con el feo, con el gordo, con el calvo, con el deficiente mental, con el inválido, con el que pierde una pierna trabajando, etc., la vida es injusta. Pero si existe un modelo ideal de vida justa no es ni por asomo el mundo de la globalización, de la corrupción, de la opulencia y el destrozo medio ambiental que tenemos delante de nuestras propias narices. Y por supuesto el ideal no es hacer al pobre rico para que se vuelva tan engreído y estúpido como el que ta lo es.

El modelo de vida justo se genera en base a una identidad común aceptada y defendida por todos los monos en vida, en base a un indispensable control de natalidad o mejor dicho, control demográfico, en base a la mejora continua de la calidad de vida común de nuestra especie y el respeto al medio que nos rodea. Ese modelo es el que crearía la base perfecta para no llegar a tener que presenciar el fin del mundo que tenemos ya en camino.

No sea un mono tonto y no pienses que el fin del mundo llegará en un segundo, en un día dado, en un instante bien señalado: ¿será mañana?. No, así no funcionan las cosas en el mundo salvaje. El fin del mundo ha comenzado y se hará patente a base de desastres cada vez más continuos y con mayor impacto hasta que algún mono listo o proclame por televisión una vez todos los ricos se hayan desplazado con todo su poder a tierras estables dentro de lo que va a ser un mundo absolutamente violento para nuestra supervivencia.

Pero lamentablemente, esos ricos no se dan cuenta que lo único que se habrán asegurado es vivir lo que les quede de vida (porque inmortales, lo que se dice monos que no mueren... no los hay) en unas condiciones deplorables: sin tiendas, sin cenas en casa de amigos, sin fútbol en la tele, sin médicos privados... ¡que bien!, ¡he sobrevivido para llevar una auténtica vida de mierda!. Enhorabuena.

Nos lo merecemos, somos patéticos como especie y hemos llegado a nuestro cenit. El final ha comenzado, no te asustes porque en esta película todos, TODOS, morimos con fin del mundo o sin el.
Un saludo.

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