martes, 2 de abril de 2013

La muerte de Hugo Chávez


Y serán los monos europeos quienes hablen de corrupción en Venezuela.
¿Cómo se puede llegar a ser tan mezquino?.

Tienes a tu país absolutamente corrompido y dominado por determinados grupos de monos que dirigen a plena voluntad las actuaciones de los poder ejecutivo, legislativo e incluso judicial, paradigmas del sentimiento democrático y de la soberanía del pueblo, y tienes, mono europeo, la boca tan grande de quejarte de la corrupción o el totalitarismo de otro mono descerebrado en la otra punta del mundo.

Es evidente que el modelo capitalista es el modelo económico y social que ha triunfado, y ha triunfad para un grupo reducido de personas en todo el mundo, pero a las suficientes, a las "importantes". Y parte de su éxito ha consistido en saber repartir la corrupción entre muchos, a su vez es capaz de dar migajas al resto de monos, en mayor o en menor medida.

Estamos muy lejos del ideal aún, y si la humanidad avanza no es poque la humanidad busque el avance hacia un mundo mejor, sino porque la humanidad tiene tanto potencial que necesariamente debe avanzar.
Adam Smith dijo: "no toques nada, que todo se arregla sólo". El problema se deriva de que en a nivel social nada es correcto, ni nada es bueno o es malo, a no ser que entendamos lo bueno socialmente como aquello que ofrece mayor estabilidad para el conjunto.

Mono, imagínate una escena cualquiera de una película dónde la humanidad se ve amenazada, ya sea por un meteorito, una guerra nuclear, una pandemia, lo que más desees. Los clásicos y los conservadores bien saben que el deleite de la vida está en vivir bien y que esto dure cuanto más mejor. Y un gran desastre lo que provoca es generar un mundo lleno de los monos más salvajes y sanguinarios que hayan existido.

Tu serás de los ilusos monos que piensan que el hombre es bueno por naturaleza, más aún, que ese vecino tan majete que tienes es bueno porque lo es, es decir, porque su esencia social es ser correcto, correspondiente, educado... que lejos estás de la realidad. En momentos de tensión social, en momentos dónde la supervivencia está en juego, nuestra genética animal nos puede transformar rápidamente en bestias sanguinarias, y eso incluso en el glorioso Siglo XXI.

No me cansaré de recordarte que aquellos que ves en la televisión y que son tus representantes, en una situación de supervivencia, tu país, su bandera y su himno se lo pasarán entre los carrillos del culo, así como cualquier otro símbolo de unión que tengan a mano, y se irán a proteger con los suyos del resto de bestias humanas.

¿Y quienes son los suyos?. Familiares y amigos, y cualquier otro que le ofrezca la posibilidad de continuar con una estabilidad dentro del caos social que pueda reinar en el resto del mundo.

Lo que vivimos es continuamente una gracia de los programadores de la vida. Nos han concedido un equilibrio perfecto pero demasiado perfecto, tanto que a muchos ya nos ha hecho sospechar mucho y hemos llegado a la misma conclusión: esto obedece a un juego, sí mono, alégrate, ¡eres un Sim!.

Pero ¡y qué más da!, por narices hay que jugar. El juego está tan bien planteado, ofrece un equilibrio tan adecuado que ir en contra de él es ser una pelota y no querer rodar cuesta abajo desde el pico del Everst.

Hugo Cháve fue un mono más, y fue lo que tuvo que ser, no hay opción a ser lo que no se ha sido.

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