lunes, 1 de abril de 2013

Hipocresía social acomodada


Somos monos, monos amancebados, monos dominantes de nuestro entorno.
Pero... somos monos.

Ello conlleva nuestra esclavitud perpetua a convivir con nuestra esencia, y esta es decididamente egoísta  por culpa de la esencia de la propia vida concebida como tal.

La vida se abre paso en lo que existe a través de una poderosa capacidad de adaptación y diversificación extraordinaria  Es capaz de colonizar medios muy diversos, aunque evidentemente no es capaz de saltarse los limitadores programados.

Nosotros somos vida, somos un eslabón más de la vida y sin duda somos el eslabón más maravilloso que haya dado hasta ahora la vida, sobre todo por la increíble capacidad de tener conciencia de existencia (dejo a un lado la capacidad de emocionarse porque la veo más como un lastre que como una virtud). Pero el ser vida conlleva ser egoísta, no podemos separar lo uno de lo otro.

Incluso el más humanitario de los monos lo es porque impera su egoísmo por disfrutar de lo que considera apropiado para su concepto de vida.

El egoísmo radica en la no participación de las consecuencias que nuestros actos y decisiones producen en el resto de monos, de no ser así... el mundo sería muy distinto, la vida sería... muy distinta.

Para hacer un mundo menos egoísta hay que dotar a las actuaciones de consecuencias globales y que todos sientan lo bueno y lo malo con la misma intensidad. Utópico pero sensato. 

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